miércoles, 16 de noviembre de 2016

Las diez para las seis

Encontré una carta olvidada en el rincón
escondiendo un amor que se marchita junto al sillón
el rencor incrustado en mi pecho
lastima mis labios y el miedo al acecho 
retuerce mis dientes haciéndolos cada vez mas pequeños.
No recuerdo cuando fue la ultima vez
que suspire fumando tu nombre
sentí una llaga en mis manos
al dejarte del otro lado de mi apellido
no existe manera de creer en aquel puerto
donde gritamos al pacífico nuestro retorcido cuento.
Existe una canción que rasga mi oído
como si en cada tonada silbara tu ausencia
y en mis ojos se evaporizará el brillo
que en tu templo rezaba hincada y fatigada
ignorante y renuente acurrucaba mi fe. 
Éramos el té y el azúcar fundidos en el agua
ahora sólo queda un lago somnífero 
que hidrata mis ojos después de tanto pensarte
estoy exhausta de tanto temerte 
de tanto incrustar la aguja en el atrio derecho
y de tanto desconfiar de tu costilla izquierda.
No me queda otra cosa que hacer que esperar que den las diez 
para dejar de soñarte al diez para las seis



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